sábado, 15 de junio de 2013

NO ES MIA, PERO LEEDLA ESTA HISTORIA!

GOOOOOOOOL!
¡Buenos días queridos alumnos de primer ingreso a esta Universidad! Permítanme presentarme, soy el profesor Müller; tengo el honor de dirigir esta magna casa de estudio desde hace 10 años. Empezaré esta charla propedéutica con una relación de sucesos históricos que nos respaldará en el entendimiento de nuestra misión en el aula. Veamos: el ser humano, tal y como lo conocemos hoy, es producto de una prolongada evolución a través de los siglos. Hace muchos siglos existió un naturalista llamado Lamarck que sustentaba la teoría de que las jirafas tenían el cuello tan largo debido a un estiramiento ocasionado por la necesidad de comer el follaje de los árboles más altos. Algún tiempo después, un científico con el nombre de Darwin contradecía a Lamarck, indicando que algunas jirafas poseían cuellos largos y, otras de ellas, cuellos cortos. Solamente sobrevivirían las de un cuello con mayor longitud, pues serían las únicas con la capacidad de alimentarse. Posteriormente, el escritor y filósofo A. Huxley, planteaba la producción de seres humanos de laboratorio con una misión específica en determinadas áreas de trabajo. También existió por esos tiempos algo que se llamaba filosofía (que afortunadamente desapareció) y que constaba en distintas formas de pensar acerca del papel del ser humano en este planeta Algunas hablaban del espíritu, otras del materialismo, otras de la razón, y una más del súper-hombre. Durante los siglos 20´s se dio un gran florecimiento de lo que se llamaba tecnología. Dados los enormes avances de la ciencia informática, algunos científicos imaginaban al humano del futuro compitiendo con inteligencias artificiales creadas por el humano mismo. También vaticinaban una atrofia en la mano humana provocada por el uso exclusivo de botones en todas las actividades del hombre. Según algunas teorías, gran parte de la inteligencia del hombre está relacionada con el uso de la mano y su pulgar en oposición. Es de suponer que, al no emplear esta pinza manual, la inteligencia humana iría decreciendo. Afortunadamente, así fue. Estimados alumnos, toda la información que les he comentado les parecerá absurda; y lo es. Con la reforma educativa de hace 26 siglos, se suprimió de los programas de estudio de todos los niveles escolares, la enseñanza de cualquier otra materia que no fuera futbol. Por lo tanto, el único conocimiento que ha existido por generaciones, ha sido eso: nuestro adorado futbol. 
A principios de los siglos 30´s, en pleno derrumbamiento de la ciencia, la filosofía, y la tecnología, la semilla del hombre nuevo empezó a germinar. Este nuevo ser humano empezó a sufrir modificaciones importantes en su anatomía. Algunos grupos desarrollaron pies especializados en patear el balón de futbol. Son los pies que ahora conocemos con solamente un enorme dedo gordo y dos dedos más. 
Otros grupos adaptaron su cuerpo a la enorme cantidad de cerveza y frituras que se consumen cuando vemos un partido de futbol por la TV; es decir, desarrollaron grandes torsos con forma esférica igual a un balón de futbol. Como ya no había necesidad de pensar, el cerebro se fue empequeñeciendo hasta caber perfectamente en una cabeza de breves dimensiones y perfectamente esférica como un balón de futbol playero. Quiero que sepan mis queridos hombres del futuro que gozamos la dicha de tener solamente dos necesidades que atender en nuestras vidas: la primera es obedecer a nuestro gobierno y la segunda, dedicar nuestras vidas al futbol. Mientras el director Müller hablaba, dos alumnos, Sánchez y Hernández parloteaban sin parar. El director, irritado, ordenó señalando la puerta que tenía forma de portería: Hernández y Sánchez, ¡fuera del aula! Sánchez tropezó y cayó cuando se encaminaba a la salida y, con su cuerpo redondo como balón, empezó a rebotar por el salón; Hernández aprovechó la oportunidad asestándole un punterazo de media chilena que envió a Sánchez directamente al ángulo izquierdo de la portería. Todos los alumnos brincaron emocionados de sus pupitres gritando al unísono con el profesor Müller: ¡GOOOL!

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